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  • Homilía- La parábola de la higuera sin fruto- 20/03/22

    Homilía- La parábola de la higuera sin fruto- 20/03/22

    Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza:

    ¡Moisés, Moisés!. Él respondió: Aquí estoy. Le dijo Dios: ¡No te acerques! Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada”.

    Esta escena del encuentro con Dios, que cambió la vida de Moisés, ayuda a descubrir que para acercarnos a Dios debemos descalzarnos; es decir, tomar conciencia de estar en terreno sagrado, lo cual significa la necesidad de abrir nuestro interior y dirigirnos a Él con toda sinceridad y honestidad, presentándonos tal cual somos, sin encubrimiento ni pretensión de justificar nuestros errores y pecados. Es indispensable tomar conciencia, que Dios me conoce mejor que yo, y que me ama inmensamente para acercarnos y recibir el fuego purificador del Espíritu Santo.

    La segunda consideración surge al observar, que Dios nos busca, como lo hizo con Moisés, con alguna señal o acontecimiento para darnos una misión: “Y Dios añadió: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores y conozco bien sus sufrimientos. He descendido para librar a mi pueblo de la opresión de los egipcios, para sacarlo de aquellas tierras y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, una tierra que mana leche y miel”.

    El encuentro con Dios, en muchas ocasiones lo provoca el Señor, que nos busca para reorientar nuestros proyectos, especialmente cuando abandonamos, como Moisés, las buenas intenciones en favor de nuestros hermanos, por las dificultades que se presentan al pretender concretarlas. En efecto, nos busca el Señor cuando andamos extraviados, huyendo de nuestros compromisos, y buscando una vida fácil, que muchas veces es la causa de caer en los vicios.

    La segunda lectura advierte con claridad, que en el camino de la vida son muchos, quienes no realizan su misión, al menos no todos al mismo tiempo, y eso no debe nunca desanimarnos a cumplir cada uno su propia misión: “Todos comieron el mismo alimento milagroso y todos bebieron de la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo. Sin embargo, la mayoría de ellos desagradaron a Dios y murieron en el desierto”.

    La historia es maestra de la vida, y un recurso excelente que permite visualizar lo que debemos evitar, y descubrir lo que debemos hacer para orientar nuestra conducta por el buen camino, como lo indica San Pablo a los Corintios: “Todas estas cosas les sucedieron a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros y fueron puestas en las Escrituras como advertencia para los que vivimos en los últimos tiempos. Así pues, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer. Todo esto sucedió como advertencia para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas como ellos lo hicieron”.

    Teniendo en cuenta esta reflexión queda claro el ejemplo de Jesús: “Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante”.

    Así Jesús enseña que los accidentes naturales no son provocados por Dios, sino consecuencia de las leyes establecidas para el funcionamiento de la Creación. La alteración de esas leyes provoca las catástrofes y las inclemencias del tiempo. En buena medida son consecuencia de la explotación y mal uso de los recursos naturales. Por ello, es una gran responsabilidad de todos y cada uno, el cuidado de la Casa común, que Dios ha dispuesto para nuestra existencia.

    Finalmente de la parábola que Jesús propone los invito a descubrir los criterios que debemos aplicar en la vida diaria:

    • De la primera parte: Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador. Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he Córtala, ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?”. Notemos que gracias a la constancia en observar y revisar nuestras acciones obtendremos los frutos; por eso en las proyectos y programas de las que yo soy responsable, debo exigir la rendición de cuentas, como lo hace el dueño del viñedo con su viñador.
    • De la segunda parte de la parábola: El viñador le contestó: Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da Si no, el año que viene la cortaré”. Se descubre la importancia de valorar nuestro trabajo, y por ello aprender y conocer al máximo posible, nuestro quehacer, como escuchamos al viñador, que ante la indicación del dueño, propone dejar la higuera un año más, porque sabe que abonando y removiendo la tierra, habrá mejores condiciones para obtener una buena cosecha. Sin duda esta actitud del viñador también manifiesta la importancia de amar nuestro oficio para tener la paciencia de la espera confiada, y obtener buenos resultados.

    Estamos ya iniciando la tercera semana de la Cuaresma, durante la cual proponemos, en el programa de “Revitalicemos nuestra Fe”, de la APM, una semana orientada sobre la necesidad del perdón y la reconciliación. Por ello, especialmente el miércoles y jueves próximos, los párrocos ofrecerán la posibilidad de acceder al Sacramento de la Reconciliación.

    Como San Juan Diego, rectifiquemos a tiempo nuestros temores, y superemos nuestras preocupaciones, poniendo la confianza en el inmenso amor de Dios Padre, que ha venido a manifestarnos Nuestra querida Madre, María de Guadalupe. En ella encontraremos siempre el cobijo y la comprensión, ante las diversas y variadas situaciones que nos toque vivir.

    Oh María, Madre nuestra, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza; porque has venido aquí para mostrarnos el cariño y la ternura necesaria, que nos permite confiar en tí y en tu Hijo Jesucristo.

    Tú, Esperanza del pueblo mexicano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que nos ayudarás a interpretar lo que Dios Padre espera de nosotros, en esta prueba mundial de la Pandemia.

    Ayúdanos en esta Cuaresma a convertir nuestras penas y llantos en ocasión propicia para descubrir que a través de la cruz conseguiremos la alegría de la resurrección.

    En ti confiamos, Madre del Divino Amor, guíanos con la luz de la Fe y la fortaleza de la Esperanza para cumplir la voluntad del Padre, discerniendo en comunidad, lo que el Espíritu Santo siembra en nuestros corazones.

    Auxílianos para que en familia crezcamos en el Amor, y aprendamos a compartir lo que somos y tenemos con nuestros hermanos más necesitados.

    A ti nos encomendamos, Madre de la Iglesia, para ser buenos y fieles discípulos de Jesucristo, como tú ejemplarmente lo fuiste; y convertirnos en sembradores y promotores de la paz.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.

  • Homilía: Seamos coherentes con el corazón y con la boca – 06/03/22

    Homilía: Seamos coherentes con el corazón y con la boca – 06/03/22

    La Escritura afirma: Muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, se encuentra la salvación, esto es, el asunto de la fe que predicamos. Porque basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse”.

    San Pablo dirigiéndose a la comunidad de Roma exhorta a sus integrantes, en la necesidad de la coherencia entre el decir y el vivir, entre el hablar y el actuar, por eso insiste que debemos adquirir la relación y coordinación de la boca y el corazón: Hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación”; es decir, debemos ser coherentes entre lo que creemos de corazón, con lo que hablamos con la boca.

    Además de afirmar que es el camino para ser santos y obtener la salvación eterna, explica que esto lo obtenemos gracias al amor, que Dios Padre nos tiene: “ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él”.

    Para vivir este proceso la primera lectura, en boca de Moisés, indica la importancia de transmitir a las nuevas generaciones las experiencias vividas: “Dijo Moisés al pueblo: Cuando presentes las primicias de tus cosechas,… tú dirás estas palabras ante el Señor, tu Dios: Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto y se estableció allí con muy pocas personas; pero luego creció hasta convertirse en una gran nación, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra humillación, nuestros trabajos y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo protector”.

    Las experiencias históricas de intervención divina, de los pueblos y de las comunidades o de las familias, e incluso las personales, son el sustento de la confianza en Dios Salvador, que nos ama intensamente. El recuerdo de dichas experiencias salvíficas ante nuevas situaciones que vivan ya sea las personas, o las comunidades y los pueblos, les proporcionará la firme esperanza, de que saldrán adelante de esas pruebas con la ayuda de Dios.

    El evangelio de hoy recuerda, que el mismo Jesús intensificó su relación con Dios, su Padre: “lleno del Espíritu Santo, regresó del bautismo en el Jordán, y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio”.

    Jesús antes de iniciar su misión, se retiró a orar y a consolidar en su intimidad la ayuda divina, como verdadero hombre, experimentó la necesidad de invocar a Dios, su Padre para afrontar con plena confianza, las adversidades que se presentaran. En esa búsqueda de la ayuda divina, llegaron las tentaciones del mal, como con frecuencia nos pasa en nuestros momentos de oración, cuando nos encontramos en duras pruebas.

    En esta escena del evangelio descubrimos, que al buscar la ayuda de Dios, de variadas formas, el tentador, suscita una tergiversación de nuestra actitud, incitando a poner a prueba la intervención de Dios: «Si eres el Hijo de Dios (si Dios te escucha), dile a esta piedra que se convierta en pan… Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”.

    Las respuestas de Jesús son expresión de la sabiduría, que debemos adquirir para superar las tentaciones, y asumir con plena confianza nuestras responsabilidades: “Jesús le contestó: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre…. Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás… También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

    Jesús muestra que las tentaciones se vencen no por la fortaleza de la persona, sino por la confianza en quien me ama y me envía, por eso no se debe tentar a Dios, se debe creer y vivir en consecuencia a la fe, y esperar confiadamente, en que de alguna manera, muchas veces inesperada y sorpresiva, llega la ayuda divina.

    Estos dos últimos años hemos vivido la pandemia del covid, una situación inesperada, que ha provocado sufrimiento, dolor y muerte por doquier. Ha quebrado nuestros ritmos de vida social, ha debilitado nuestras relaciones, ha alterado nuestras prioridades, ha reducido nuestra libertad para desarrollar nuestro proyectos y servicios, que se han centrado en atender a los afectados por los contagios, y a los afectados por las consecuencias de la Pandemia en el campo laboral, comercial, educativo, e incluso político de los países.

    Inicio del Mes de la Familia

    Como Arquidiócesis de México hemos programado el resto de este año 2022, una serie de actividades que nos ayuden a revitalizar nuestra fe. Esta primera semana de Cuaresma, tiempo de conversión y renovación en la fe, iniciamos el mes de la familia, con la semana de oración en familia. Mucho ayuda recordar, sin importar cuál haya sido nuestra conducta hasta hoy, que el Señor Dios, nuestro creador y dador de vida, está esperando que lo invoquemos, que lo conozcamos, y que experimentemos el perdón y la reconciliación; ¡qué mejor que hacerlo en familia!

    Esta Cuaresma es una gran oportunidad para examinar y revisar, tanto en el nivel personal como en el comunitario, cómo he vivido y de qué manera he afrontado las consecuencias de la Pandemia. Todas las Parroquias indicarán los tiempos, lugares y modos de las iniciativas para que practiquemos un discernimiento, como comunidad eclesial, y descubramos la voz de Dios, que a través de los acontecimientos vividos, ha querido manifestarnos. Así al compartir con los demás la visión y experiencia vivida, podremos descubrir si hemos debilitado nuestra fe, o si la hemos fortalecido.

    Pidamos con plena confianza a Nuestra Madre, María de Guadalupe la gracia para encontrarnos, ayudarnos y compartir lo que somos y tenemos, como buenos y fieles discípulos de Su Hijo Jesucristo.

    Oh María, Madre nuestra, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza; porque has venido aquí para mostrarnos el cariño y la ternura necesaria, que nos permite confiar en tí y en tu Hijo Jesucristo.

    Tú, Esperanza del pueblo mexicano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que nos ayudarás a interpretar lo que Dios Padre espera de nosotros, en esta prueba mundial de la Pandemia.

    Ayúdanos en esta Cuaresma a convertir nuestras penas y llantos en ocasión propicia para descubrir que a través de la cruz conseguiremos la alegría de la resurrección.

    En ti confiamos, Madre del Divino Amor, guíanos con la luz de la Fe y la fortaleza de la Esperanza para cumplir la voluntad del Padre, discerniendo en comunidad, lo que el Espíritu Santo siembra en nuestros corazones.

    Auxílianos para que en familia crezcamos en el Amor, y aprendamos a compartir lo que somos y tenemos con nuestros hermanos más necesitados.

    A ti nos encomendamos, Madre de la Iglesia, para ser buenos y fieles discípulos de Jesucristo, como tú ejemplarmente lo fuiste; y convertirnos en sembradores y promotores de la paz.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.

  • Homilía- Cristo Maestro y una propuesta para vivir la cuaresma- 27-02-22

    Homilía- Cristo Maestro y una propuesta para vivir la cuaresma- 27-02-22

    Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: ¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro”.

    Jesús afirma la importancia de ser orientado en el aprendizaje de la vida, por alguien que haya ya recorrido camino, y pueda instruirnos y aconsejarnos adecuadamente, para lograr en la vida una buena y satisfactoria experiencia.

    Ante esta recomendación y con la decisión de asumir este consejo, quizá surja la pregunta, ¿cuál es el proceso a seguir?, porque ciertamente un maestro para la vida no es simplemente aquel, que transmite una doctrina y proporciona buenos consejos y advertencias, es necesario además seguir un proceso, y advertir que el maestro no estará siempre a tu lado para decidir que hacer, sino que cada uno debe asumir la responsabilidad de las propias decisiones. La primera lectura del Eclesiástico, transmite un sencillo y pedagógico proceso a seguir en cuatro pasos:

    El primer paso señala que: “Al agitar el cernidor, aparecen las basuras; en la discusión aparecen los defectos del hombre”. Es decir, es indispensable el discernimiento sobre todo lo que vemos, lo que oímos y lo que discutimos; después de analizarlo y reflexionarlo en el interior del propio corazón, lo que queda en el fondo, es lo que cuenta.

    El segundo paso lo describe así: “En el horno se prueba la vasija del alfarero; la prueba del hombre está en su razonamiento”. Por tanto, la misma experiencia de poner en práctica lo aprendido es la prueba para constatar si se va forjando el carácter y fortaleciendo las convicciones para cualquier toma de decisión.

    El tercer paso afirma: “El fruto muestra cómo ha sido el cultivo de un árbol; la palabra muestra la mentalidad del hombre”. Expresa la necesidad de examinar mi lenguaje y mi conducta, y valorar los frutos logrados con mis decisiones, y a partir de esa revisión identificar mis errores para no repetirlos, y mis aciertos para aprovecharlos.

    Jesús confirma este paso al decir: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón«.

    El cuarto paso lo podemos resumir con el reconocido refrán popular: De lo que hay en el corazón habla la boca”. El texto dice: “Nunca alabes a nadie antes de que hable, porque esa es la prueba del hombre”. Que en conclusión consiste en la indispensable actitud de escuchar al otro y conocerlo a fondo, antes de aprobarlo de antemano, o de reprobarlo por los comentarios o críticas de los demás.

    También este paso lo señala Jesús a sus discípulos diciendo: “¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

    Poniendo en práctica estos pasos, sin lugar a dudas, aprenderemos de Cristo Maestro el proceso necesario para adquirir un corazón sincero, honesto y transparente como buen discípulo, que da testimonio del amor solidario y fraterno. El próximo miércoles 2 de marzo, iniciaremos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, tiempo de gracia para redescubrir nuestra vocación y misión como discípulos de Cristo, tanto de manera personal como comunitaria.

    Hemos padecido un mal mundial con la pandemia del covid, que ha puesto a prueba la sociedad entera; y ahora se añade la violencia de la guerra; por ello será providencial que aprovechemos estos cuarenta días de preparación a la Pascua de la Resurrección del Señor Jesús, para plantearnos la interpretación de estos males como un signo de los tiempos, y descubrir qué nos dice Dios a través de ellos.

    La Arquidiócesis de México ha preparado una serie de propuestas a desarrollarse en las Parroquias, durante las cinco semanas, cada una con un objetivo concreto:

    • La primera semana será promover la oración en familia.
    • La segunda semana a través de retiros espirituales se propiciará la reflexión para descubrir la voz de Dios.
    • En la tercera se ofrecerán diversas iniciativas con la finalidad de darle paz a nuestro espíritu, mediante la reconciliación.
    • En la cuarta se promoverá la Caridad, mediante obras de misericordia.
    • La quinta, ante la inminencia de la Semana Santa, se programarán diversos momentos para la oración personal y comunitaria.

    Esta propuesta para la experiencia cuaresmal nos guiará a la toma de conciencia, tanto de nuestra conversión personal, como de la conversión pastoral, consistente en fortalecer nuestra fe en la presencia del Reino de Dios entre nosotros y nuestra convicción de pertenecer a la comunidad de los discípulos de Cristo.

    De esta manera, haremos nuestras las palabras de San Pablo a los Corintios: “Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria.

    ¿Dónde está, muerte, tu victoria?¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo”.

    Oración por la paz

    Pidamos la ayuda necesaria a Nuestra Madre, María de Guadalupe, y abrámosle con toda sinceridad y transparencia nuestro corazón.

    Oh María, Madre nuestra, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza; porque has venido aquí para mostrarnos el cariño y la ternura necesaria, que nos permite confiar en tí y en tu Hijo Jesucristo.

    A ti que eres nuestra Esperanza nos dirigimos, ya que estamos desconcertados por la violencia en nuestra Patria y en el mundo, y especialmente ahora por los actos de guerra en Ucrania.

    Tú sabes lo que necesitamos, y estamos seguros que nos ayudarás a interpretar lo que Dios Padre espera de nosotros, en esta prueba mundial de la confrontación bélica. Sostén la esperanza de todos los que en esa querida parte del mundo buscan la justicia y la paz.

    Intercede ante Dios, Nuestro Padre, para que envíe el Espíritu Santo, el Espíritu de la Paz, que inspire y oriente a los líderes de las naciones y a todos los pueblos.

    En ti confiamos, Madre del Divino Amor, guíanos con la luz de la Fe y la fortaleza de la Esperanza para cumplir la voluntad del Padre. Ayúdanos a crecer en la solidaridad con los que sufren, y que hoy viven con miedo y angustia.

    A ti nos encomendamos, Madre de la Iglesia, para ser fieles discípulos de Jesucristo, como tú ejemplarmente lo fuiste, y convertirnos en sembradores y promotores de la paz.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.