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  • ¿En qué hemos aprovechado este tiempo?- Homilía- 14/02/21- Domingo VI del Tiempo Ordinario

    ¿En qué hemos aprovechado este tiempo?- Homilía- 14/02/21- Domingo VI del Tiempo Ordinario

    El que haya sido declarado enfermo de lepra, traerá la ropa descosida, la cabeza descubierta, se cubrirá la boca e irá gritando: ¡Estoy contaminado! ¡Soy impuro! Mientras le dure la lepra, seguirá impuro y vivirá solo, fuera del campamento”.

    ¿No les parece que tiene mucha coincidencia con el confinamiento, que hemos debido guardar para evitar el contagio del Covid-19? La lepra en el tiempo de Jesús era una enfermedad que no tenía curación, y mucho menos había vacuna para obtener inmunidad. El leproso debía irse a vivir solo o con un grupo de leprosos como él, fuera de la población a esperar su muerte.

    La sensibilidad de Jesús es enorme, no tiene miedo a quedar impuro según la ley, ni a contagiarse; ya que no huye de la presencia de un leproso que se le acerca y de rodillas le suplica que lo cure: “Se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: Si tú quieres, puedes curarme. Y no solo lo escuchó compadecido, lo tocó y lo curó. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: ¡Sí quiero: Sana! Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio”.

    El milagro es sorprendente, y así podemos comprender porque la fama de Jesús corría de boca en boca, llegando a las poblaciones cercanas de la rivera del lago de Galilea,  e incluso al norte hasta Tiro y Sidón poblaciones paganas, y al sur a Jerusalén, donde esperaban las fiestas de la Pascua para conocer a Jesús. Sin embargo, Jesús sorprende con el mandato que da al leproso curado: “Jesús le mandó con severidad: No se lo cuentes a nadie;…Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes”.

    ¿Qué es lo que pretendía Jesús, al pedir que no se divulgara el acontecimiento milagroso de la curación de la lepra? Para obtener una respuesta les propongo  recordar un viejo refrán que dice: Mientras el sabio contempla la luna, el necio se queda mirando al dedo que la apunta. Cuando acontece un milagro sin duda sorprende, pero es más importante conocer y tener en cuenta en nuestra vida al autor del milagro.

    Por esa razón, Jesús le indica al leproso curado: No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. La intención de Jesús es que el leproso descubra quién lo ha curado, que descubra a Dios Padre; y por eso lo envía al templo para que haga oración y comience una relación con Dios, y descubra su amor, para que de esa manera el resto de su vida lo dedique a transmitir el amor, de quien lo ha sanado, y no solamente comentar su milagrosa curación.

    Y nosotros en medio de esta pandemia, que nos ha confinado y reducido al mínimo nuestras relaciones sociales de carácter presencial, ¿en qué hemos aprovechado este retiro y soledad, esta experiencia de enfermedad y muerte a nuestro alrededor? ¿Esta incertidumbre, de cuando terminará esto y cuándo volveremos a nuestra realidad anterior?

    El Papa Francisco ha advertido con claridad que, de esta pandemia, saldremos mejores o peores, pero no igual que antes. ¿Cuál es la clave para salir mejores? Según mi parecer es trabajar para convertirnos en personas sabias, que no nos quedemos mirando el dedo que apunta la luna, es decir, que no nos quedemos conociendo los acontecimientos a nuestro alrededor y lamentándonos de lo sucedido, buscando responsables de lo que sucede; en una palabra que dejemos de ser necios, y seamos sabios para descubrir la fuerza de nuestro espíritu, que da vida a nuestro cuerpo.

    Por ello es conveniente que nos preguntemos para qué nos ha dado Dios la vida, y reconozcamos que en Jesucristo, Dios Padre ha revelado su verdadera naturaleza, que es el amor. El verdadero Dios es un Dios Trinidad, una comunidad de tres personas  que se aman a tal punto, que se identifican en su querer y en su actuar. Para  promover un mayor conocimiento de Dios Trinidad revelado por Cristo, y salir mejores de esta pandemia les pregunto:

    ¿En este tiempo de confinamiento he aprovechado el tiempo para leer y meditar los Evangelios?¿Los momentos de silencio y soledad los he aprovechado para indagar mi interior, mis deseos, mis pensamientos, mis acciones y descubrir cuáles son para bien y cuáles para mal?

    ¿He podido ayudar a mi prójimo, en las personas de mi familia, de mis vecinos o de mis amigos, que me enteré sufren angustia o desesperanza? ¿He participado para auxiliar a los más pobres de mi ciudad, colaborando de alguna manera con las organizaciones pastorales o sociales?

    Jesucristo es el Camino a recorrer, y nosotros con nuestro testimonio de amor al prójimo, debemos darlo a conocer. Para ello es importante seguir los criterios que hoy ha recordado el apóstol San Pablo en la segunda lectura: “Hermanos: Todo lo que hagan ustedes, sea comer, o beber, o cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria  de Dios. No den motivo de escándalo ni a los judíos, ni a los paganos, ni a la comunidad cristiana. Por mi parte, yo procuro dar gusto a todos en todo, sin buscar  mi propio interés, sino el de los demás, para que se salven. Sean, pues, imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”.

    Acudamos con plena confianza, a quien tanto nos ha mostrado su amor, y a quien nos ha ayudado, incluso intercediendo ante su Hijo y obteniendo milagros en favor de tantos peregrinos; invoquemos en un breve momento de silencio a Nuestra Madre, María de Guadalupe para que nos acompañe en este difícil tiempo de pandemia, y durante esta Cuaresma, que inicia el próximo Miércoles de Ceniza, la aprovechemos para un encuentro con Dios, nos limpie de nuestras lepras y lleguemos a la Pascua renovados y siendo mejores personas: alegres, positivas y llenas de esperanza.

    Señora y Madre nuestra, María de Guadalupe, consuelo de los afligidos, abraza a  todos tus hijos atribulados, ayúdanos a expresar nuestra solidaridad de forma creativa para hacer frente a las consecuencias de esta pandemia mundial, haznos valientes para acometer los cambios que se necesitan en busca del bien común.

    Acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria.

    Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio, y la constancia en la oración.

    Nos encomendamos a Ti, que siempre has acompañado nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

     

     

  • La vida y la salud son para servir-Homilía- 7/02/21-Domingo V del Tiempo Ordinario

    La vida y la salud son para servir-Homilía- 7/02/21-Domingo V del Tiempo Ordinario

    “Me han tocado en suerte meses de infortunio y se me han asignado noches de dolor. Al acostarme, pienso: ¿Cuándo será de día? La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece. Mis días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos no volverán a ver la dicha”.

    El fuerte contraste, que presentan hoy los textos entre la primera y segunda lectura, entre la situación emotiva y dolorosa de Job, y en cambio la alegría contundente y convincente de Pablo, es un testimonio muy elocuente, de cómo puede cambiar  nuestra vida para bien, a pesar de lo dramático o trágica que sea la situación vivida en el presente.

    Job sufrió la desesperanza ante la tragedia de perderlo todo: hijos, posesiones, e incluso su propia salud, en un breve tiempo. El texto refleja la ansiedad y el vacío de sentido para seguir viviendo. Sin embargo su reflexión interior y el diálogo con sus amigos, le ayudó a descubrir que su situación no era castigo divino, y que al contrario, desconociendo los designios de Dios, llegó a la convicción que Dios no lo había abandonado, y recuperó su salud, reconstruyó su vida, y obtuvo la gracia de nuevos hijos, que le volvieron a dar la felicidad de vivir hasta el final de sus días.

    Por su parte Pablo afirma: “Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos, para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes”.

    No es que a San Pablo la vida le haya sonreído por los constantes éxitos de su misión, pues también como Job padeció persecución, rechazo, burlas y falsas acusaciones, golpizas que lo dejaron aparentemente muerto, juicio ante tribunal y cárcel por cumplir su misión apostólica, y finalmente dos años de arresto domiciliario en Roma,  esperando la sentencia del máximo tribunal del Imperio, que finalmente lo condenó a   la decapitación y muerte.

    Por su parte, la escena del Evangelio manifiesta a Jesús como un verdadero y desinteresado servidor de los enfermos: “Al atardecer,… le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñaba junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios”.

    Destaco, que la suegra de Pedro al ser curada se levanta y se pone a servirles. Este dato muestra la importancia de orientar el sentido de la vida y de la salud, como un don que recibimos de Dios para servir a los demás, desde lo que son nuestras responsabilidades. Sin duda la suegra llevaba en su hogar la conducción propia de  una ama de casa, y desde lo que sabía hacer, inmediatamente sanada, lo asume con alegría porque es una decisión propia sin que nadie se lo hubiera pedido o exigido, lo hace correspondiendo al ejemplo de Jesús que la atendió en cuanto supo su situación.

    ¡Qué importante es nuestro testimonio de servicio, es el mejor medio para evangelizar!

    En cuanto a la liberación de los poseídos, Jesús prefiere actuar y no recibir comentarios sobre su acción. El silencio que pide Jesús apaga el protagonismo, que sin duda siempre daña a un servidor que recibe los halagos de los servidos, y puede tentar y dañar, al tiempo, la necesaria humildad, de quien se presenta como enviado,  en el caso de Jesús, mensajero de Dios Padre. Su interés es dar a conocer el amor y la misericordia, de quien lo envía.

    Otro aspecto de notar, es como Jesús, después de haber cumplido la misión de su Padre, se retira en el silencio y la soledad para dar cuenta de su acción, para orar y agradecer la asistencia del Espíritu Santo, y para seguir avanzando en el anuncio y la proclamación del Reino de Dios. Es un hermoso testimonio de cómo orar y dirigirnos a Dios Padre.

    Finalmente, Jesús ante la tentación del éxito que causa el bien, percibiendo la imagen de la popularidad y aceptación de la gente, decide ir a otras poblaciones y ampliar el radio de acción en el cumplimiento de su misión. Pero además con esta decisión manifiesta la necesidad de propiciar que la gente aprenda a no retener, a quien te garantiza bienestar y protección, sino aprender a generarla por sí mismos, como una comunidad que se ha encontrado con Dios: “Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: Todos te andan buscando. Él les dijo: Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido.

    ¿Qué debemos aprender de estos textos de la Palabra de Dios, que hoy hemos escuchado? ¿Cuáles son las lecciones que nos dejan?

    • Que la alegría y el entusiasmo para donar nuestra vida, viene de la generosidad de responder a la vocación, y lo confirma la vida interior de fortaleza ante las adversidades.
    • La constancia de seguir sirviendo sin importar a quién, con tal que lo necesite.
    • La importancia de tener a Dios en cuenta, y buscarlo desde nuestro interior, manifestándole nuestros sentimientos con claridad sincera y honestidad plena, dejando en sus manos las decisiones. ¡Para eso es la Oración!
    • Transmitir y compartir en diálogo sincero con la familia, amigos, grupos apostólicos, nuestra experiencia, y especialmente la sensibilidad creciente de las intervenciones de Dios en nuestra vida. Sin ninguna pretensión de presumir, o de generar imagen ante los demás, sino de testimoniar cómo Dios nos acompaña, y manifiesta su amor en la vida diaria.

    Nuestra Madre, María de Guadalupe es un ejemplo vivo y ya extendido, entre todos los que la invocamos, y hemos recibido su auxilio para ser buenos discípulos de su Hijo Jesús. Agradezcamos de corazón su presencia entre nosotros y pidamos nos auxilie para seguir su ejemplo y transmitir nuestra experiencia, sirviendo a nuestros prójimos, especialmente a los más necesitados.