Saltear al contenido principal

Homilía del Domingo de Ramos 2023: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

¡Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!”.

Con esta expresión entendemos la oración de Jesús crucificado, expresando el sentimiento de soledad y abandono, cuando 4 días antes había escuchado del Pueblo congregado en Jerusalén: ¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el Cielo!

Esta experiencia inesperada, que Dios Padre pidió a su querido Hijo que la viviera, se le llama Kénosis, es decir, el vaciamiento de sí mismo, en este caso: dejar la condición divina para asumir la condición de creatura, y hacerse así, semejante en todo al ser humano, menos en el pecado. De esta manera, Jesús asume el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios para realizar el misterio de la Redención, en favor de la Humanidad.

La meditación a la que invita la Semana Santa, es para asumir en la esperanza cualquier situación que hayamos vivido de Kénosis, sea de forma personal o al acompañar a un ser querido en dicho trance. De esta manera comprenderemos que no basta ser simplemente admirador de Jesús, sino ser fiel discípulo suyo, que sigue su ejemplo, sus actitudes, sus criterios, y acepta el camino de contrastes, que habitualmente vivimos a lo largo de nuestra existencia.

Dios no ha querido someter forzadamente al hombre por el camino del bien, porque no le interesa simplemente que el hombre cumpla con lo marcado por la ley; sino que aprendamos a vivir como Jesús; ya que solo en la libertad, el hombre descubre y experimenta el amor: y esa es nuestra vocación.

Así desarrollaremos la conciencia necesaria para entender y aceptar la vida del espíritu, asumiendo la voluntad de Dios Padre, con plena confianza, y descubriendo la compañía y la fuerza del Espíritu Santo, a lo largo de las experiencias personales y comunitarias.

Sin duda, progresaremos en el conocimiento de sus enseñanzas, aplicándolas en nuestra vida, especialmente ante los problemas, la dificultades de relación humana, las injusticias sufridas, las calumnias, las incomprensiones, o por la consecuencia de nuestros mismos errores, o ante las epidemias y enfermedades.

Así creceremos en la experiencia y desarrollo de la vida espiritual, con la que seremos testigos de primera mano, de intervenciones de Dios en nuestra persona, y muchas veces también de lo que Dios realiza en favor de otras personas.

Aprovechemos la Semana Santa, viviéndola en la expectativa del tercer día, en que Dios Padre rescató de la muerte a su Hijo, resucitándolo. Con esta experiencia afrontaremos cualquier adversidad y conflicto, experimentando la compañía del Espíritu Santo, que fortalece la fe y la necesaria confianza para vivir con la paz interior del discípulo fiel, integrados en la comunidad eclesial. ¡Que así sea!

Volver arriba
×Close search
Buscar