La Iglesia Católica ha tributado constantemente a la Virgen María una especial piedad y culto. El culto mariano guadalupano está en la base de la historia cristiana de México y en él se apoya también la evangelización de todo el Continente Americano.
El Santuario del Tepeyac, del que la sagrada imagen de la Virgen María de Guadalupe es el corazón, ya desde el siglo XVI ha sido meta continua de peregrinos, procedentes no sólo de la Nación Mexicana sino también de todo el Continente Americano. Aquí han fortalecido su fe las generaciones sucesivas, encontrando la fuerza necesaria para dar testimonio de la fe en el Evangelio de Jesucristo y para mantenerse fieles a ella.
También hoy son innumerables los devotos de la madre y Reina Guadalupana, de cualquier edad, profesión y clase social, que acuden cada año, unidos por el mismo Amor a la Virgen Santísima y la conciencia de pertenecer a la Iglesia Católica.