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Homilía ordenaciones diaconales 2023. 16/06/2023

El Señor es compasivo y misericordioso.
Así respondíamos al Salmo y con el Salmo a las lecturas, que hemos escuchado como Palabra de
Dios. Nos dan dos características claves del ser Divino, del ser de Dios, de su naturaleza.
Compasivo ¿quién es compasivo? Aquel que en su interior asume lo que el otro está viviendo, se
compadece, no se lamenta de lo que el otro sufre, sino se compadece, se hace uno con él.
Dios se hace uno con nosotros, Dios es compasivo, Dios asume nuestra condición porque quiere
auxiliarnos.

Y misericordioso, le da un plus, algo todavía mayor a la simple compasión, que ya es un buen paso.
Porque misericordioso significa que es capaz de perdonar, que es capaz de ayudar aun a aquel que
lo ha ofendido. Es aquel que perdona y por tanto que reconcilia, que vuelve esa paz de decir:
somos hermanos, somos miembros de una familia de Dios, somos creados a imagen y semejanza
de Dios para estar con Él y por eso, conociendo nuestra frágil condición humana, muestra su
Misericordia. Por eso el apóstol san Juan concreta, seguramente teniendo plena conciencia de
estos dos adjetivos, estos dos calificativos de Dios, de su ser, diciéndonos “amémonos los unos a
los otros.”

Es decir, de la misma manera que Dios nos ama, nosotros debemos desarrollar esa actitud, ese
modo de vida de Dios en nosotros, porque recordemos lo que afirma el libro del Génesis: Hemos
sido creados a imagen y semejanza de Dios, es decir, para eso nos creó. Esa es nuestra naturaleza,
para desarrollarnos a semejanza de cómo es Dios.
¿Por dónde comenzar? Reconociendo el Dios en quien creemos, que nos reveló Jesucristo y como
expresa el apóstol san Juan, amándonos los unos a los otros, es decir, siendo compasivos y
misericordiosos en toda condición o situación, reconociendo la fragilidad, la capacidad de cometer
errores, de ofender, pero lo importante es reconocer cuando uno actúa mal y recibir ese gran
momento de la Misericordia, de que me perdonan, de que yo sea capaz de perdonar para también
a mi vez, sea perdonado, porque afirma el apóstol, el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es
amor.

¿Cómo vamos a conocer a Dios? Amando, es decir, desarrollando en nosotros esas dos
características, en lo que toca a esta palabra, que hoy Dios nos dirige. Por eso con San Mateo en el
Evangelio podemos expresar porque lo vivimos o porque queremos vivirlo, si es que no lo hemos
hecho, y exclamar como Jesús lo hizo.

“Te doy gracias Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios
y entendidos”, dicho de otra manera, aquellos que se sienten la gran cosa, a los que son
inteligentes y han acumulado muchísimos conceptos y conocimientos de la tierra, del ser humano,
de la sociedad, de los contextos socioculturales, todo eso es importante, pero, si no se llega a esto
que dice Jesús, que da gracias porque la ha revelado a la gente sencilla; no hay que tener mucha
ciencia acumulada en mi mente para descubrir que puedo ser compasivo y misericordioso.
Lo podemos hacer todos desde los niños, si papá mamá me han enseñado, que cuando ofendía a
mi hermano le pidiera perdón y nos reconciliemos y volvamos a jugar juntos, así aprendemos a
amar.

Y por eso, hoy estos cuatro candidatos, que me han presentado después de un largo periodo de
formación bien llevado, con plena conciencia, habiendo ya escalado grados en este sentido de
desarrollar la imagen y semejanza de Dios, ahora están dispuestos a ayudar a los demás, a
conducirlos en este camino que el Señor Jesçus expresa con aquella reflexión en el Evangelio de
hoy “tomen mi yugo”, se los digo a ustedes yo el día de hoy, “Tomen mi yugo y aprendan de mí,
que soy manso y humilde de corazón y encontraran descanso, porque mi yugo es suave y mi carga
ligera.”

Cuando se asume este Espíritu del Señor, lo van a comprobar ustedes, el diaconado les sirve a eso,
a ir desarrollando ese servicio en la Iglesia ya como ministros, que tienen la capacidad de
administrar algunos sacramentos, y sobre todo de conducir pastoralmente a la comunidad
Cristiana.

Que el Señor les de este gozo y alegría que yo sé que lo sienten, de este momento y de todo lo que
viene: La experiencia hermosa de seguir amando y sirviendo.
Que así sea.

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